viernes, 13 de enero de 2012

SIMPLEZA

El  Santo, Bendito sea, gana las batallas gracias a la  gente simple  que recita Salmos con simpleza y no a través de  aquellos que utilizan sofisticados métodos.

    Cierta vez un rey salió de cacería (nevlavi) [vestido] como  un hombre común, para tener así libertad de movimiento.  De pronto  se  desató  una  gran  tormenta,  como  un  diluvio.  Los ministros  [que lo acompañaban] corrieron a guarecerse  en  todas direcciones  y  el  rey  corrió un  gran  peligro. Buscó [algún refugio]  hasta que encontró la choza de un campesino. El  hombre invitó  al  rey y le ofreció un poco  de  avena  (graetz).

Encendió  la  estufa  y dejó que el rey  durmiese  en  el  jergón (pieklik).

    Esto  fue algo muy dulce y agradable para el rey. Estaba  tan cansado  y  exhausto  que  le  pareció  como  si  nunca   hubiese experimentado algo tan placentero.

    Mientras  tanto, los ministros del reino comenzaron a  buscar al rey hasta que lo encontraron en esa cabaña en donde vieron  al rey durmiendo. Le pidieron entonces que retornase al palacio  con ellos.

    “Ustedes  ni  siquiera intentaron rescatarme”,  dijo  el  rey.

“Cada  uno  corrió  para salvar su propia  vida.  Pero  fue  este campesino quien me rescató. Aquí pude disfrutar de la experiencia más agradable. De modo que será él quien me lleve  de regreso con estas prendas, en su carreta. Y será él quien se sentará conmigo en mi trono”.

    El Rabí Najmán concluyó diciendo que se dice que antes de  la llegada  del  Mesías habrá una gran inundación.  (La  gente  será inundada por el ateísmo.) No será una inundación de aguas sino de inmoralidad. Ella cubrirá todas las altas montañas incluso en  la Tierra  Santa adonde ni siquiera las aguas del  diluvio  original pudieron alcanzar. Pero esta vez vendrá con tanta fuerza que  las aguas  salpicarán por sobre la tierra. Esto significa que  tendrá efecto incluso en los corazones virtuosos.

     No habrá manera de combatir esto mediante la  sofisticación.

Todos  los  ministros reales serán dispersados y  el  reino  entero dejará de estar firme sobre sus cimientos. Los únicos que  podrán soportarlo  serán los Judíos simples que recitan los  Salmos  con simpleza.  Y  cuando  llegue  el  Mesías,  serán  ellos  los  que colocarán la corona sobre su cabeza.

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