martes, 31 de enero de 2012

La Luz Oculta

Si deseas experimentar la Luz Oculta y lograr una percepción de aquellos misterios de la Torá que serán revelados en un futuro, deberás dedicarte con asiduidad a la meditación dirigida hacia el Santo, Bendito sea. Juzga todo aquello que hagas para determinar si es algo digno y correcto  delante de Él, Quien constantemente está haciendo el bien para ti. De esta manera reforzarás tus palabras mediante el juicio.  De este modo te estarás juzgando y tú mismo serás el juez de todas tus acciones.
     Mediante esto podrás librarte de todos los temores. No temerás a ningún oficial, señor, bestia salvaje, ladrón o cualquier otra cosa en el mundo. Tu único temor será el temor al Santo, Bendito sea.
     Entonces serás capaz de elevar el temor hacia su raíz, que es el Conocimiento (Daat). Serás digno de un conocimiento perfecto y sabrás de Quién realmente debes sentir temor. Comprenderás que al Único que debe temer es al Santo, Bendito sea, y que este temor es un profundo temor reverencial frente a Su majestad.
     Mediante esto, serás digno de comprender los aspectos revelados de la Torá. Serás digno también de la verdadera humildad. Será capaz entonces de orar con verdadero auto sacrificio, anulando durante la plegaria el egoísmo y todo lo material. Podrás así orar sin ninguna intención de ganancia y no pensarás en ti en absoluto. Anularás todo tu ser físico y tu ego y será tal como si no existieses en absoluto.
     Mediante esto, serás digno de comprender los misterios de la Torá. Así experimentarás  la Luz Oculta que será revelada en el Final de los Tiempos. Todo esto podrás lograrlo mediante la meditación.

jueves, 26 de enero de 2012

“Y ustedes serán para Mí un reino de sacerdotes”

     Es un principio general que el gobierno está en manos del Tzadik, para dirigir los eventos tal cual él lo desee, como afirmaron nuestros Sabios, de bendita memoria, “‘El Tzadik gobierna’ (Samuel II, 23:3) - ¿Quién gobierna sobre Mí? El Tzadik” (Moed Katan 26b). Y lo esencial del gobierno del Tzadik es la capacidad de iluminar el corazón judío y de despertarlo al servicio a Dios. Por lo tanto, es crucial que la persona esté unida a los verdaderos Tzadikim y que converse con ellos sobre el servicio a Dios; de ellos recibirá fuerza, iluminación y un despertar hacia Dios, hasta que finalmente retorne a Él.  
     Éste es el significado de “Iosef es el gobernante” (Génesis 42:6). Iosef, el Tzadik, es la raíz de todas las almas judías, que son las ramas que reciben de él. Además, Iosef está asociado con la vocal hebreamelapum (וּ), pues el Tzadik guarda la pureza sexual, como corresponde, y la pureza sexual es una carroza para la sefirá de Iesod. La forma del Tetragrámaton identificada con Iesod está vocalizada con elMeLAPUM, que tiene las mismas letras que MaLÆ PUM (una boca llena), para indicar que la boca del Tzadik está “plena” de Divinidad y que sus palabras, sin lugar a dudas, están completas y “llenas”. 
Consecuentemente, el Tzadik es capaz de hacer descender un influjo de abundancia para todo el pueblo judío, como está escrito, “Él los bendecirá como Él se los ha dicho” (Deuteronomio 1:11). Específicamente, ese versículo enseña que el influjo de abundancia se obtiene de acuerdo al habla de la persona, porque no es suficiente con el solo pensamiento. Y aunque el Santo, bendito sea, conoce los pensamientos de la persona, aun así, ésta debe orar con una “boca llena”, dado que el habla es el recipiente con el cual se recibe el influjo de abundancia. Si el habla de la persona es completa y tiene plenitud, podrá recibir con ella una gran abundancia. Por lo tanto, es necesario orar por todo lo que uno necesite, tanto material como espiritual, articulando el pedido, para que, de esa manera, se pueda hacer descender el influjo de abundancia.  
     Todo judío posee la cualidad de “el Tzadik gobierna” y una “boca llena”, como está escrito, “Tu pueblo son todos Tzadikim” (Isaías 60:21). Pues en cada judío hay algo muy valioso y único, un “punto” que no tiene ningún otro judío; como encontramos en la historia de Abaie y de Aba Umana (Taanit 21b), donde le dijeron a Abaie, “Tú no eres capaz de emular las acciones de Aba Umana”. Ahora bien, esa cualidad o “punto”, en el que cada persona sobrepasa a todas las demás, emana una influencia positiva, iluminando y despertando los corazones de las otras personas, quienes necesitan recibir el despertar de ella, junto con ese aspecto particular o “punto”, como está expresado en la frase “ellos reciben uno del otro” (Targúm sobre Isaías 6:3) 
Pues antes de la Entrega de la Torá, el gobierno estaba en manos de Dios, como en, “Yo soy el Señor tu Dios, Quien te sacó de la Tierra de Egipto” (Salmos 81:11) - pues entonces, todo era “Yo”. Pero luego de la Entrega de la Torá, [el versículo continúa,] “Abre tu boca y Yo la llenaré” (ibid.). Esto hace referencia a la “boca llena” y a la idea de “Iosef es el gobernante” - porque ahora Dios le entregó el gobierno a todo el pueblo judío y a cada uno de acuerdo a su situación. 

viernes, 20 de enero de 2012

“Dios, abre mis labios”

Bailar en una boda mitiga los juicios severos. Esto se debe a que el corazón es Biná, como está escrito, “Biná es el corazón” (Tikuney Zohar, Introducción). La alegría del corazón induce a la persona a bailar, como comenta Rashi sobre el versículo, “‘Iaacov levantó sus piernas’ (Génesis 29:1) - su corazón levantó sus piernas”. Las piernas, a su vez, corresponden a las sefirot de Netzaj y Hod. Así, cuando, debido a la alegría en el corazón, la persona danza en una boda, debe tener la intención de llevar la luz del corazón -es decir, las cinco Alef del Nombre Divino EHIéH que están identificadas con Biná- a través de las piernas y hacerla descender hacia la novia que es llamada, antes de la consumación del matrimonio, una NaARa (doncella), deletreada sin una letra Hei final (Zohar II, 38). En esa etapa, ella aún está identificada con los “320 juicios estrictos”, equivalentes al valor numérico de la palabra NaARa, y a cinco veces el valor numérico de la palabra DIN (juicio estricto). Pero al hacer descender hacia ella la luz del corazón, ella se vuelve una NaARaH, deletreada con una letra Hei [dado que la luz del corazón consiste de “cinco Alef” y la Hei tiene el valor de cinco]; y el valor numérico de NaARaH es equivalente a cinco veces el valor del Nombre de D” ADoNaI [que está asociado con los juicios atemperados]. Todo ello es la explicación del versículo, “D” (ADoNaI), abre mis labios” (Salmos 51:17). Pues por medio de los “labios”, que están asociados con Netzaj y Hod -que también corresponden a las piernas- se abre y se mitiga a la novia [es decir, su aspecto de juicio-din]. Entonces ella es llamada una NaARaH en el hecho de que ahora es apta para la unión, dado que ha tomado la cualidad del nombre de D” ADoNaI
 
  
“¿Quién es el hombre que desea vida?”
(Salmos 34:13) 

Es necesario buscar la paz, como está escrito, “Busca la paz y persíguela” (Salmos 34:15). Esto significa que la persona debe ocuparse de que haya paz entre todos los judíos y que cada uno esté en paz con sus características (midot). En otras palabras, la persona no debe estar en conflicto con sus rasgos de carácter ni con lo que le suceda. No debe haber para ella ninguna diferencia entre las cosas buenas y las cosas malas que le ocurran. Más bien, siempre deberá encontrar a D” en ello, tal cual está expresado en el versículo, “Cuando Él es IHVH [el atributo Divino de la compasión], yo alabaré Su palabra; cuando Él es ELoHIM [el atributo Divino del juicio estricto], yo alabaré Su palabra” (Salmos 56:11).  
Esta paz se alcanza mediante la Torá y los Tzadikim, que son llamados “paz”. Mediante la Torá y los Tzadikim la persona merece amar a D” en todo lugar y situación, buena o mala, y se hace digna también de amar a sus congéneres. De esa manera la paz reinará entre todos los judíos y habrá amor entre ellos. Pues cuando la persona alcanza un estado tal de paz interior, nada en el mundo la perturba. Más bien, sea lo que fuere que le suceda -así sea algo bueno o, por el contrario, se trate de sufrimientos, tribulaciones, preocupaciones y pruebas, D” no lo permita- siempre sabrá y tendrá fe en que todo es para su beneficio eterno. Precisamente, será a través de esas cosas que podrá acercarse a D”, si realmente lo desea. En concordancia con ello, será paciente con las otras personas aunque le causen sufrimientos, y tratará de juzgarlas de manera favorable, para encontrar el bien en ellas y transformar la situación en algo positivo. Se dirá a sí misma que esa persona realmente no tiene las malas intenciones que ella imagina; y de muchas otras maneras similares se ocupará de buscar el amor y la paz con su prójimo y con todos los judíos. Tal persona amará la paz en todo lugar y situación, buena o mala, y estará en paz con todos.  
La persona debe saber que “el mundo entero está lleno de Su gloria”, que no hay lugar vacío de Divinidad y que D” llena todos los mundos y rodea todos los mundos. Ni siquiera aquel que se dedica a comerciar con los gentiles puede excusarse y decir que le es imposible servir a D” debido a la insensibilidad espiritual y al materialismo que constantemente lo atacan como resultado de estar todo el tiempo con ellos. Pues la Divinidad puede hallarse en todas las cosas físicas y en el lenguaje de los gentiles - dado que sin Divinidad no tendrían vitalidad y existencia alguna, como está escrito, “Tú los mantienes a todos con vida” (Nehemías 9:6). Aun así, la vitalidad y la Divinidad que se encuentran en esas cosas están extremadamente restringidas, habiendo solamente lo necesario como para sustentar la cosa y nada más. Más aún, cuanto más bajo sea el nivel de algo, más constreñida se encontrará la Divinidad, envuelta en muchas “vestimenta” adicionales. 
Por lo tanto, debes saber que aunque estés profundamente sumido en la impureza y te encuentres en un nivel extremadamente bajo -al punto en que llegues a imaginar que ya no tienes posibilidad de acercarte a D” dado que estás tan lejos de Él- aunque hayas caído en el ateísmo, D” no lo permita, sin embargo, debes saber que incluso en ese lugar aún puedes encontrar la Divinidad. Pues Él le da vida a todo, como está escrito, “Tú los mantienes a todos con vida”. Incluso desde allí puedes unirte a D” y retornar a Él en un perfecto arrepentimiento, pues “no está lejos de ti” (Deuteronomio 30:11) - lo que sucede es que allí, donde tú estás, se han multiplicado las “vestimentas”.

miércoles, 18 de enero de 2012

El Pájaro

Había una vez un rey que era un gran astrólogo. Un año vio en las  estrellas que si el trigo no era cosechado antes  de  cierto momento,  toda  la  cosecha se arruinaría.  Vio  también  que  no quedaba mucho tiempo.
    Se  le ocurrió la idea de darles a los trabajadores todos los placeres y cubrirles todas sus necesidades de manera que tuviesen la mente libre como para trabajar día y  noche  y  así terminasen la cosecha antes del tiempo límite.
    Pero  los  trabajadores  tomaron lo que el rey  les  envió  y disfrutaron de ello tan intensamente que se olvidaron del trabajo de  la cosecha. Llegó el tiempo y el trigo no fue  cosechado,  de manera que se arruinó por completo.
    La  gente  no  sabía qué hacer y  comprendieron  que  el  rey estaría terriblemente enojado con ellos.
    Un sabio tuvo una idea. Al rey le gustaba mucho cierta  clase de ave. Si podían llevarle uno de esos pájaros, sentiría tanto placer  en ello que los perdonaría de todo. Pero era muy  difícil capturar  ese  pájaro pues habitaba muy alto y  ellos  no  tenían escaleras y no había tiempo como para conseguir una.
    Nuevamente  el  sabio  tuvo una idea.  Dado  que  ellos  eran muchos, uno podía pararse sobre los hombros del otro haciendo una escalera humana hasta alcanzar al pájaro.
    Les  gustó  la idea pero comenzaron a disputar entre ellos, pues cada uno quería estar en la cima. El tiempo pasó en estas discusiones  hasta que el pájaro se voló de allí. De modo que  el rey  siguió enojado con ellos por haber sido negligentes  con  la cosecha de trigo a su debido momento.
    La idea es que el Santo, Bendito sea, creó al hombre y le dio toda clase de placeres de manera que pudiese “cosechar el  grano” antes  de ser dañado a través de impurificar el  pacto de Abraham (pegam  ha-brit). De esa manera la  gente  podría servir  al Santo, Bendito sea, con una mente clara.  Pero fueron negligentes  con  ello debido a su placer y  disfrute  hasta  que llegaron  a  olvidar  el grano y permitieron que sus mentes se arruinasen.  Sin  embargo,  aún había esperanzas a través  del pájaro, que es el tzadik, dado que mediante él todo puede ser perdonado. Pero entonces hubo discusiones y conflictos, pues cada uno quería estar en la cima. De modo que eso les impidió  unirse al tzadik.

viernes, 13 de enero de 2012

SIMPLEZA

El  Santo, Bendito sea, gana las batallas gracias a la  gente simple  que recita Salmos con simpleza y no a través de  aquellos que utilizan sofisticados métodos.

    Cierta vez un rey salió de cacería (nevlavi) [vestido] como  un hombre común, para tener así libertad de movimiento.  De pronto  se  desató  una  gran  tormenta,  como  un  diluvio.  Los ministros  [que lo acompañaban] corrieron a guarecerse  en  todas direcciones  y  el  rey  corrió un  gran  peligro. Buscó [algún refugio]  hasta que encontró la choza de un campesino. El  hombre invitó  al  rey y le ofreció un poco  de  avena  (graetz).

Encendió  la  estufa  y dejó que el rey  durmiese  en  el  jergón (pieklik).

    Esto  fue algo muy dulce y agradable para el rey. Estaba  tan cansado  y  exhausto  que  le  pareció  como  si  nunca   hubiese experimentado algo tan placentero.

    Mientras  tanto, los ministros del reino comenzaron a  buscar al rey hasta que lo encontraron en esa cabaña en donde vieron  al rey durmiendo. Le pidieron entonces que retornase al palacio  con ellos.

    “Ustedes  ni  siquiera intentaron rescatarme”,  dijo  el  rey.

“Cada  uno  corrió  para salvar su propia  vida.  Pero  fue  este campesino quien me rescató. Aquí pude disfrutar de la experiencia más agradable. De modo que será él quien me lleve  de regreso con estas prendas, en su carreta. Y será él quien se sentará conmigo en mi trono”.

    El Rabí Najmán concluyó diciendo que se dice que antes de  la llegada  del  Mesías habrá una gran inundación.  (La  gente  será inundada por el ateísmo.) No será una inundación de aguas sino de inmoralidad. Ella cubrirá todas las altas montañas incluso en  la Tierra  Santa adonde ni siquiera las aguas del  diluvio  original pudieron alcanzar. Pero esta vez vendrá con tanta fuerza que  las aguas  salpicarán por sobre la tierra. Esto significa que  tendrá efecto incluso en los corazones virtuosos.

     No habrá manera de combatir esto mediante la  sofisticación.

Todos  los  ministros reales serán dispersados y  el  reino  entero dejará de estar firme sobre sus cimientos. Los únicos que  podrán soportarlo  serán los Judíos simples que recitan los  Salmos  con simpleza.  Y  cuando  llegue  el  Mesías,  serán  ellos  los  que colocarán la corona sobre su cabeza.

martes, 10 de enero de 2012

EL SANTO MELANCÓLICO

   La  tristeza  (atzvut) es un rasgo  despreciable.  Uno debe  mantenerse  alejado  de  ella lo más  posible  y  es  [muy] necesario darse ánimo y elevar [el espíritu]. Es necesario que la persona  comprenda  que el mínimo movimiento que  haga  hacia  el servicio del Creador, Bendito sea, es algo muy precioso a los ojos del Santo, Bendito sea. Esto es verdad incluso si la persona sólo se mueve el ancho de un cabello.
    Esto  se debe a que la persona existe en un cuerpo físico  en el  más  bajo  de los mundos. De manera que  cada  movimiento  le resulta  extremadamente  difícil y [ello] es muy precioso  a  los ojos del Santo, Bendito sea.
     Había  una vez un tzadik sobre el cual se abatió  una  [gran] tristeza y melancolía. Este [estado de] tristeza y melancolía era algo  muy duro para el tzadik pues fue aumentando cada  vez  más. [El  tzadik] se hundió en la apatía y en la lobreguez  hasta  que llegó  al  punto en que le era literalmente imposible realizar [el menor] movimiento.
    Quería alegrarse y animarse, pero le era imposible. Cada  vez que  encontraba  algo  que lo podía alegrar,  el  Malo  (baal davar)  [le hacía ver] allí la tristeza. De modo que le  era imposible  hacer  cosa alguna que lo alegrase, pues todo  lo  que encontraba no era más que tristeza.
    Finalmente,  el tzadik comenzó a meditar sobre el  hecho  [de que  el Santo, Bendito sea] no lo había hecho  pagano  (shelo asani goi). De hecho ésta puede ser la fuente de una ilimitada alegría.  Es imposible llegar a imaginarse los miles  de  niveles que  separan  al  más bajo de los  Israelitas  del  impuro  nivel espiritual de un idólatra.
    [El tzadik] consideró la bondad del Santo, Bendito sea, en “no haberlo  hecho  un  pagano” y comprendió que eso  podía  ser  una fuente de gran alegría, sin tristeza alguna.
    Cuando la persona trata de encontrar alegría en algo que ella misma  ha  hecho,  es  posible que  encuentre  tristeza  en  cada una  de  esas alegrías. No importa lo que haga,  [siempre]  puede encontrarle  fallas, de modo que no le será útil para elevarse  y ser feliz. Pero en el hecho de que “El no me hizo pagano,” no hay tristeza  alguna. Pues esto proviene del Santo, Bendito  sea; Él  lo hizo de la manera como lo hizo y tuvo piedad de él  al no  hacerlo  pagano. Dado que eso es obra del  Santo,  Bendito sea, no hay en ello falla alguna y por lo tanto no hay defecto en ese  alegrarse.  [Pues] sea como fuese, existe  una  inimaginable diferencia entre esta  [persona] y un idólatra.
    El  tzadik comenzó a alegrarse con esto. [Fue] alegrándose  y elevándose  poco a poco, continuando más y más hasta que llegó  a un  nivel tal de felicidad que se encontró en el mismo  nivel  de alegría  como  el  que experimentara Moisés cuando  subió  a  las alturas para recibir las Tablas.
    Mediante  esta elevación y alegría fue capaz de volar  muchas millas  dentro de los universos superiores. Se vio a sí  mismo  y [se  dio cuenta que] se encontraba muy lejos del lugar en el  que había estado en un comienzo. Esto lo preocupó pues sintió que  al descender  iría  a encontrarse muy lejos de su lugar  original  y cuando la gente descubriese que él había desaparecido,  pensarían en ello como en algo maravilloso. El tzadik [no deseaba semejante publicidad] dado que siempre había querido “caminar con  modestia [frente al Santo, Bendito sea]” (Mija 6:8).
    La  alegría llegó a su fin, pues la alegría tiene un  límite.
La  alegría comienza automáticamente y  termina  automáticamente. [Pero] cuando la alegría termina lo hace poco a poco. De manera que [el tzadik] fue descendiendo poco a poco, bajando desde el  lugar al  cual había ascendido durante su período de  alegría.  Finalmente retornó al lugar del cual había salido. Y mucho se sorprendió, pues  se  encontraba exactamente en el mismo  lugar  donde  había estado en un comienzo.
    Se dio cuenta de que había regresado al mismo lugar donde  había estado  al  principio. Al contemplarse vio que  no  se  había movido  en absoluto o que, si lo había hecho, no era más  que  el ancho  de un cabello. Se había movido tan poco que nadie más  que el Santo, Bendito sea, era capaz de medirlo. El tzadik estaba muy asombrado  por ello. Había volado tan lejos, a través  de  tantos universos y, al mismo tiempo, no se había movido en absoluto.
    Esto  le mostró cuán precioso es el más mínimo  movimiento  a los  ojos del Santo, Bendito sea. Cuando la persona se  mueve  en este  mundo  así  sea  el ancho de un  cabello,  ello  puede  ser considerado como más que miles de millas e incluso miles de universos.

    Esto puede comprenderse cuando entendemos que el mundo físico no  es más que el punto central en medio de las esferas. Esto  es algo  conocido  por los sabios en astronomía. Comparado  con  los universos  superiores, todo el universo físico no es más  que  un punto.
    Si se extienden líneas [hacia afuera] desde el punto central, [puede  verse que] cuanto más cerca se encuentran del punto,  más cercanas  están  la  una de la otra. Y que cuando  más  lejos  se extienden desde el punto central, más lejos se encuentran esas  líneas entre sí. De modo que cuando las líneas están muy lejos del punto central se encuentran muy separadas entre sí y cuando están cerca del  punto central se encuentran extremadamente cercanas unas  de las otras.
    Si  uno  imagina que de la tierra  salen  líneas  hacia  las esferas superiores, podrá ver que aunque se mueva el ancho  de un  cabello, ese movimiento se reflejará como un  movimiento de miles de millas en las esferas superiores. Estará en relación directa con lo elevadas que se encuentran las esferas respecto de la tierra. Las esferas deben ser inmensas, dado que hay innumerables estrellas y cada estrella es por lo menos tan grande como nuestro planeta.
    Esto es más verdadero aún cuando se consideran los  universos superiores,   comparados   con  los  cuales,  hasta la esfera astronómica  más  elevada  es  como la nada.  De  manera  que  la distancia  entre  esas  líneas que se  extienden  hacia  el  mundo superior es inconmensurable. Un movimiento de menos del ancho  de un cabello, tan pequeño que sólo el Santo, Bendito  sea, puede llegar a estimarlo, puede reflejar el pasaje a través de miles de universos y miles de millas en los mundos superiores.
    Cuánto  más  verdadero es ello si uno viaja una milla  o  más para  servir al Santo, Bendito sea. “Ningún ojo lo  ha  visto...”
                                                                                                                                       (Isaías 64:3).

viernes, 6 de enero de 2012

Preocupaciones y ansiedades

Debemos elevar todas nuestras preocupaciones y ansiedades, de modo que no temamos nada más que a D”. Debemos saber y creer que todas las ansiedades y temores que nos acosan, especialmente aquéllos que experimentamos en este momento, son para recordarnos el temor a D”. Ya que cuando recordamos temer a D”, aun cuando sabemos en nuestro corazón que estamos muy lejos de ser inocentes, podemos volver a la alegría y estar verdaderamente vivos, ya que “El temor a D” trae vida” (Proverbios 19:23).
El temor perfecto es aquél que lleva a la alegría, como está escrito (Salmos 2:11), “Alegraos con temblor”. Esto se logra a través del poder del verdadero Tzadik, pues cuando llegamos a temer y a temblar por todo lo malo que hemos hecho, es posible recuperar el ánimo inmediatamente y alcanzar la alegría en el hecho de poder confiar en el profundo y maravilloso poder del Tzadik. Y más aún, pues también hemos logrado adquirir muchos puntos buenos mediante los cuales darnos ánimo y coraje. De esta manera podemos alcanzar la claridad de pensamiento necesaria para desarrollarnos cada día, de todas las maneras posibles. Renovar y fortalecer cada día nuestro deseo y anhelo de santidad; más todavía, mediante el poder de nuestra palabra, podemos hacer realidad estos santos deseos.
                                                                   Carta #198
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miércoles, 4 de enero de 2012

Iaacov llamó a sus hijos

Iaacov llamó a sus hijos y dijo: “Júntense y les haré conocer lo que sucederá al fin de los días”.
Iaacov quiso revelar el tiempo de la Redención Futura, pero la Presencia Divina lo abandonó (Rashi). Iaacov temió que sus hijos fueran indignos. Ellos le dijeron, “Shemá Israel, Adonai Eloheinu Adonai Ejad - ¡Escucha, Israel! D” es nuestro Señor. D” es Uno”. Agradecido de que ese lapso de la profecía no se había debido a una falta de sus hijos, Iaacov respondió, “Baruj Shem Kevod Maljutó LeOlam VaEd - Bendito sea el Nombre de Su glorioso reino por siempre”. Sin embargo, más tarde, cuando Moisés dijo el Shemá (Deuteronomio 6:4), no incluyó “Baruj Shem...”. En honor a Iaacov lo decimos, pero en honor a Moisés, lo recitamos en voz baja (Pesajim 56a).
Iaacov vio que la Redención Final no tendría lugar hasta que aquellos que estuviesen muy lejos de D” retornasen también a Él. Dijo por lo tanto, “Baruj Shem...”, sabiendo que el reinado de D” está en todas partes pero que el tiempo aún no había llegado para que se manifestase. Moisés también sabía esto, pero no lo reveló expresamente en la Torá porque el tiempo aún no había llegado y muchos obstáculos lo atrasarían. Como ejemplo, Moisés mismo acercó a D” a la multitud mezclada antes del tiempo apropiado, produciendo así el pecado del becerro de oro. Pese a la importancia del “Baruj Shem...”, debemos recitarlo en voz baja, hasta el momento en que las chispas de santidad sean rectificadas y pueda ser recitado en voz alta (Likutey Halajot I, p. 244).

Iaacov llamó a sus hijos... Júntense
 Iaacov quiso revelar el Final de los Días, pero la Presencia Divina lo abandonó. Comenzó entonces a decir otras cosas (Rashi).
        Si la profecía que Iaacov quería revelar no está registrada en la Torá debido a que la Presencia Divina lo abandonó, ¿por qué entonces la Torá registra sus primeras palabras? La respuesta es que la intención de Iaacov, aunque frustrada, también contenía un mensaje que ayuda a traer las bendiciones. El Rebe Najman enseña que el Tzadik busca juntar y reunir a los judíos. Cuantos más reúne, más grande es la Torá que les puede revelar. Para efectuar esa revelación debe realizar dos devociones. La primera es juntar las almas. La segunda es elevar esas almas a un nivel superior; ese ascenso le permite al Tzadik tomar Torá de un nivel superior (ver Likutey Moharán I, 13).
Utilizando la primera devoción, Iaacov llamó a sus hijos, urgiéndolos a que se uniesen. Cuando vio que le estaba prohibido revelar el Fin de los Días, les indicó que debían juntarse una vez más, aludiendo a la segunda devoción de ascender juntos en unidad para traer Torá. Pues es principalmente por medio de la Torá que mereceremos la era mesiánica. Dado que todos sus hijos fueron elevados hacia alturas más grandes, Iaacov pudo, hasta cierto punto, hacer descender el mensaje del Fin de los Días y ocultarlo en sus bendiciones (muchos Midrashim explican cómo esas bendiciones hacen referencia a la era mesiánica) (Likutey Halajot VIII, p. 56a).

Iaacov llamó a sus hijos
Iaacov les dio esas bendiciones principalmente para iluminar a sus hijos con su daat (conocimiento de D”) - pues ésta es la principal herencia que uno debe dejarles a sus hijos en este mundo. Moisés tuvo la misma intención cuando bendijo a las Doce Tribus. Ambas bendiciones son similares en el hecho de que “allí donde dejó Iaacov, comenzó Moisés” (Devarim Rabah 11:1). El resultado del daat de Iaacov fue la capacidad de conquistar la Tierra Santa. Así, encontramos en la mayor parte de las bendiciones de Moisés (de acuerdo a Rashi) que las tribus fueron bendecidas con la capacidad de conquistar la Tierra (Likutey Halajot VII, p. 332).

domingo, 1 de enero de 2012

Iaacov vivió en la tierra de Egipto

47:28      Iaacov vivió en la tierra de Egipto diecisiete años. Y fueron los días de Iaacov, los años de su vida, ciento cuarenta y siete años.

La mejor vida que tuvo Iaacov fue en Egipto, donde vivió con alegría y paz (ver Zohar I, 111b).
¿Cómo es que en la Tierra Santa, Iaacov no alcanzó la paz y sí en Egipto, una tierra impura donde sus descendientes sufrirían bajo la esclavitud?

El nivel más elevado de alegría surge cuando uno se hace cargo de la tristeza y de la depresión y las transforma en regocijo. El exilio corresponde a la tristeza y a la depresión; la respuesta de Iaacov nos muestra cómo transformar sus efectos. Iaacov “vivió en la tierra de Egipto” - él sabía que el exilio continuaría hasta que fuesen recolectadas todas las chispas de santidad. Pero pudo encontrar paz e incluso alcanzar una gran alegría en Egipto, porque él y sus descendientes se fortalecieron con la regocijante promesa de la Redención Futura (Likutey Halajot II, p. 158a).


47:31      “¡Júramelo!”. Y se lo juró. Entonces Israel se inclinó sobre la cabecera de su cama.
Israel se inclinó sobre la cabecera de su cama

Su “cama” era pura: él tenía doce hijos, todos temerosos de D" y ninguno era malvado. Por lo tanto generó una gran unidad Arriba. Él se inclinó hacia su cama y agradeció por su buena fortuna.

El hecho de que Iaacov se inclinase hacia la cama corresponde a la plegaria (Likutey Moharán I, 9). Las tres primeras bendiciones del Shmone Esere son alabanzas a D" y las tres bendiciones finales son de agradecimiento, la parte central de esta plegaria está compuesta por doce bendiciones que corresponden a las Doce Tribus (Likutey Halajot I, p. 360).

48:1        Y aconteció después de estas cosas, que se le dijo a Iosef: “He aquí, tu padre está enfermo”; y él tomó consigo a sus dos hijos, Menashé y Efraím.

Tu padre está enfermo

Hasta Iaacov, no había enfermedad previa a la muerte. La persona estornudaba y su alma partía. Iaacov oró pidiendo la enfermedad, para que la persona tuviera tiempo de preparar un testamento para sus herederos y despedirse de su familia antes de fallecer (Bava Metzía 87a).

El legado más importante que uno puede dejarle a sus hijos y descendientes es el conocimiento del servicio a D". Así, cuando Iaacov estuvo en su lecho de muerte y llamó a sus hijos, todos aceptaron su encargo y recitaron, “¡Escucha, Israel! D" es nuestro Señor. D" es Uno” (Likutey Halajot VIII, p. 48a).

De manera similar, escribe el rabí Natán, el propósito principal de un testamento es ordenarles a los hijos que sigan en los caminos de D". Si bien Iaacov había sido bendecido con hijos que eran todos piadosos y temerosos de D", sabía que debía inspirar en ellos un sentimiento mayor por la Divinidad, para asegurar su continua lealtad a D" luego de su partida. Por lo tanto oró pidiendo la enfermedad, algo que hizo que su familia se reuniese a su alrededor y le diese la oportunidad de trasmitirle su conocimiento de D" (Ibid., V, p. 262a).

Menashé y Efraím

Ellos nacieron en Egipto, pero aun así fueron Tzadikim. Sus nombres reflejan las propias dificultades de Iosef en Egipto y cómo las superó. MeNaShé (מנשה) fue así llamado “debido a que D" me hizo olvidar (נשני, NaShani) mis dificultades” (Génesis 41:51). Aunque Iosef tuvo que pasar por circunstancias muy difíciles, comprendió que D" estaba con él y que lo estaba ayudando a olvidar sus tribulaciones para que pudiese mirar hacia adelante, hacia una vida mejor. EFRaim (אפרים) fue así llamado “porque D" me hizo fructificar (הפרני, hiFRani) en la tierra de mis sufrimientos” (Ibid., 41:52). Pese a todo el mal que lo rodeaba, Iosef fue capaz de hacerse meritorio y de crecer (Likutey Halajot III, p. 156).