miércoles, 4 de enero de 2012

Iaacov llamó a sus hijos

Iaacov llamó a sus hijos y dijo: “Júntense y les haré conocer lo que sucederá al fin de los días”.
Iaacov quiso revelar el tiempo de la Redención Futura, pero la Presencia Divina lo abandonó (Rashi). Iaacov temió que sus hijos fueran indignos. Ellos le dijeron, “Shemá Israel, Adonai Eloheinu Adonai Ejad - ¡Escucha, Israel! D” es nuestro Señor. D” es Uno”. Agradecido de que ese lapso de la profecía no se había debido a una falta de sus hijos, Iaacov respondió, “Baruj Shem Kevod Maljutó LeOlam VaEd - Bendito sea el Nombre de Su glorioso reino por siempre”. Sin embargo, más tarde, cuando Moisés dijo el Shemá (Deuteronomio 6:4), no incluyó “Baruj Shem...”. En honor a Iaacov lo decimos, pero en honor a Moisés, lo recitamos en voz baja (Pesajim 56a).
Iaacov vio que la Redención Final no tendría lugar hasta que aquellos que estuviesen muy lejos de D” retornasen también a Él. Dijo por lo tanto, “Baruj Shem...”, sabiendo que el reinado de D” está en todas partes pero que el tiempo aún no había llegado para que se manifestase. Moisés también sabía esto, pero no lo reveló expresamente en la Torá porque el tiempo aún no había llegado y muchos obstáculos lo atrasarían. Como ejemplo, Moisés mismo acercó a D” a la multitud mezclada antes del tiempo apropiado, produciendo así el pecado del becerro de oro. Pese a la importancia del “Baruj Shem...”, debemos recitarlo en voz baja, hasta el momento en que las chispas de santidad sean rectificadas y pueda ser recitado en voz alta (Likutey Halajot I, p. 244).

Iaacov llamó a sus hijos... Júntense
 Iaacov quiso revelar el Final de los Días, pero la Presencia Divina lo abandonó. Comenzó entonces a decir otras cosas (Rashi).
        Si la profecía que Iaacov quería revelar no está registrada en la Torá debido a que la Presencia Divina lo abandonó, ¿por qué entonces la Torá registra sus primeras palabras? La respuesta es que la intención de Iaacov, aunque frustrada, también contenía un mensaje que ayuda a traer las bendiciones. El Rebe Najman enseña que el Tzadik busca juntar y reunir a los judíos. Cuantos más reúne, más grande es la Torá que les puede revelar. Para efectuar esa revelación debe realizar dos devociones. La primera es juntar las almas. La segunda es elevar esas almas a un nivel superior; ese ascenso le permite al Tzadik tomar Torá de un nivel superior (ver Likutey Moharán I, 13).
Utilizando la primera devoción, Iaacov llamó a sus hijos, urgiéndolos a que se uniesen. Cuando vio que le estaba prohibido revelar el Fin de los Días, les indicó que debían juntarse una vez más, aludiendo a la segunda devoción de ascender juntos en unidad para traer Torá. Pues es principalmente por medio de la Torá que mereceremos la era mesiánica. Dado que todos sus hijos fueron elevados hacia alturas más grandes, Iaacov pudo, hasta cierto punto, hacer descender el mensaje del Fin de los Días y ocultarlo en sus bendiciones (muchos Midrashim explican cómo esas bendiciones hacen referencia a la era mesiánica) (Likutey Halajot VIII, p. 56a).

Iaacov llamó a sus hijos
Iaacov les dio esas bendiciones principalmente para iluminar a sus hijos con su daat (conocimiento de D”) - pues ésta es la principal herencia que uno debe dejarles a sus hijos en este mundo. Moisés tuvo la misma intención cuando bendijo a las Doce Tribus. Ambas bendiciones son similares en el hecho de que “allí donde dejó Iaacov, comenzó Moisés” (Devarim Rabah 11:1). El resultado del daat de Iaacov fue la capacidad de conquistar la Tierra Santa. Así, encontramos en la mayor parte de las bendiciones de Moisés (de acuerdo a Rashi) que las tribus fueron bendecidas con la capacidad de conquistar la Tierra (Likutey Halajot VII, p. 332).

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