jueves, 15 de diciembre de 2011

Tu sello, tu manto y el báculo

Él respondió: “¿Qué prenda te daré?”. Y ella dijo: “Tu sello, tu manto y el báculo que tienes en la mano”. Él, pues, se lo dio y se llegó a ella; y ella concibió de él.
Qué prenda te daré... Tu sello, tu manto y el báculo
El encuentro entre Iehudá y Tamar fue el preludio al nacimiento del Mashíaj. Mashíaj mismo es  el garante del mundo entero, la garantía de que todos alcanzarán la perfección. Por lo tanto Tamar insistió en una prenda para aceptar la unión, para invocar la garantía que representaría el Mashíaj.
Las tres garantías que ella pidió contrarrestan las tres características que le impiden a la persona alcanzar la perfección. Esas características son: aquel que degrada a los demás (que es similar al asesinato), aquel que es inmoral y aquel que carece de fe. El sello representa el “sello de santidad” - el pacto, la moralidad. El manto representa el “manto de honor” - la disposición a honrar a los demás y no degradarlos. El báculo representa la fe - tal cual está representado por la vara de Moisés que fue utilizada para hacer los milagros que difundieron la fe en D”. Y esos tres objetos representan las características que llevan a la perfección y hacia el Mashíaj, quien llevará al mundo entero hacia la perfección (Likutey Halajot VII, p. 74a-148).

Qué prenda te daré... Tu sello, tu manto y el báculo
Cuando D” quiso crear al hombre, los ángeles se opusieron, argumentando que el hombre pecaría. D” entonces se aconsejó con las almas de los rectos, dado que ellos son los responsables del mundo. El alma del Mashiaj aceptó esa responsabilidad, puesto que deberá asegurarse de rectificar a todas las personas. Así, la primera mención de un garante en la Torá aparece en la historia de Iehuda y Tamar, pues su unión llevó al nacimiento del Mashiaj, quien llevará el mundo hacia la perfección.
Tamar le pidió a Iehudá que le diese como garantía el sello, el manto y el báculo. El sello representa los tefilín, el manto representa el talit/tzitzit, y el báculo es la “pluma” - es decir, los muchos libros de Torá que difunden Divinidad. A veces los Tzadikim se vuelven muy celosos en el cumplimiento de su misión; en verdad, la vida de Tamar se vio amenazada cuando Iehudá se enojó con lo que él consideraba su promiscuidad. Esas garantías representan las mitzvot que demuestran la aceptación del cumplimiento de la Torá, que los Tzadikim pueden utilizar para rectificar el mundo (Likutey Halajot VII, p. 126a).
El concepto de Mashíaj como garante de la humanidad también se refleja en el hecho de que Iehudá aceptó tomar la responsabilidad por Benjamín cuando los hermanos descendieron a Egipto (Génesis 43:9). Aquí Iehudá representa el alma del Mashíaj. Otra alusión yace en la yuxtaposición de la historia de Iosef vendido como esclavo y la historia del encuentro de Iehudá con Tamar. Como afirma el Midrash: “Las tribus estaban ocupadas vendiendo a Iosef; Iosef estaba ocupado con su saco de arpillera y el ayuno [debido a sus tribulaciones]; Rubén estaba ocupado con su saco de arpillera y el ayuno [en sus esfuerzos por arrepentirse]; Iaacov estaba ocupado con su saco de arpillera y el ayuno [por la pérdida de Iosef]; Iehudá estaba ocupado buscando una esposa; y D” estaba ocupado creando la luz del Mashíaj” (Bereshit Rabah 85:1). Debido a su santidad y moralidad, Iosef ascendió desde la esclavitud hasta llegar a ser el segundo en el gobierno de Egipto. Cuando Iosef comenzó a atraer sobre sí la santidad del Mashíaj, D” “Se ocupó” del nacimiento del Mashíaj (Likutey Halajot VII, p. 126a-127a).

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