miércoles, 2 de noviembre de 2011

Para Traer Paz

Cuando la gente que está afuera se acerca y entra a la santidad, así sean prosélitos que se convierten al judaísmo o judíos alejados que retornan a la fe - ello constituye el honor más grande de D-s y “El Nombre del Santo, bendito sea, asciende y es glorificado, arriba y abajo”. El honor se eleva entonces a su raíz, que es el temor sagrado y ello, a su vez, trae paz al mundo.

 Mediante la Torá es posible acercar a los prosélitos y a todos aquellos que retornan a la fe y hacerles conocer el sendero que deben tomar.

 Al estudiar la Torá en santidad, la persona despierta a los pecadores judíos y a los prosélitos, llevándolos al arrepentimiento. Pero para ello hace falta la humildad más grande. Con esa cualidad, uno merece estudiar verdaderamente la Torá, llegando a ser capaz, mediante sus estudios, de iluminar y de despertar las raíces de las almas del pueblo judío - incluso las almas de aquellos que se encuentran a muchos kilómetros de distancia. Esto también se aplica a los pecadores judíos, “mientras sigan siendo llamados ‘judíos’ - pues aunque han pecado, aún siguen siendo judíos” (Sanedrín 44a). Mediante el estudio de la Torá es posible hacer brillar sobre ellos la luz proveniente de la raíz de sus almas, allí en donde se encuentren y de esa manera, llevarlos al arrepentimiento.

 Cada persona -y en particular el estudioso de la Torá- debe ocuparse, mediante su estudio, de iluminar y de llevar bendiciones a las raíces de las almas - es decir, hacia el “primero en el pensamiento [de la creación]”. Con ello, podrá acercar y despertar al arrepentimiento a los malvados y a los prosélitos - incluso a aquellos que se encuentran muy lejos, físicamente, de la persona [en el momento en el que está estudiando]. Entonces merecerá también tener un hijo que llegue a ser un estudioso en la Torá. Pero si no estudia de esa manera, su hijo no será un erudito de la Torá
(ver Nedarim 81a).

 Sólo se es digno de la Torá mediante la humildad, quebrando el orgullo en las cuatro categorías de la humildad. Es necesario considerarse menos que aquellos que son más grandes que uno; menos que sus iguales; menos que aquellos que son inferiores a uno; e incluso, si uno mismo es el más pequeño de los pequeños, debe considerase menos que su propio nivel, considerándose a sí mismo como menos de lo que es en realidad. 
                                                                                                   (likutey moharan I # 14)

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