martes, 25 de octubre de 2011

Todo lo que tenía en sus narices hálito de espíritu de vida... murió

Todo lo que tenía en sus narices hálito de espíritu de vida de cuanto había en la tierra seca, murió.

El habla no es lo único que puede impactar en otra gente; incluso el aire que respiramos puede afectar a los demás. D” le ordenó a Noaj que se encerrase en el arca para escapar del castigo a los malvados, pues el aliento de esos malvados era suficiente para arrastrarlo al pecado. Afirma la Torá: “Todo lo que tenía en sus narices hálito de espíritu de vida... murió”, porque fue su hálito malvado el que contaminó el aire e hizo que Noaj tuviese que huir. Más aún, el Talmud enseña que el diluvio no entró en la Tierra Santa (Zevajim 113b). Si fue así, ¿cómo murió la gente que vivía allí durante el diluvio? El Talmud responde que murieron debido al hevel, ¡debido al aire! (Likutey Halajot VIII, p. 164a).



Una hoja de olivo


La Paloma volvió a él a la hora de la tarde y he aquí que traía una hoja fresca de olivo en su pico. Así supo Noaj que habían bajado las aguas de sobre la tierra.

La hoja de olivo alude al aceite con el cual se encendería la Menorá en el Templo. Esa luz iluminaría hasta los momentos más oscuros de la vida - las aguas del diluvio que amenacen con ahogar a la persona (Likutey Halajot I, p. 262-132a).





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