sábado, 29 de octubre de 2011

La meditación es el sendero más elevado de todos

Uno debe por lo tanto destinar una hora durante el día para aislarse de los demás y meditar, en una habitación o en el campo.
     La meditación debe ser una conversación con el Santo, bendito sea. Uno puede derramar sus palabras delante de su Creador. Esto puede incluir quejas, excusas, palabras en busca de gracia, de aceptación y de reconciliación. Debe pedir y rogar para que el Santo, bendito sea, lo acerque y le permita servirLo en verdad.
     Esta conversación con el Santo, bendito sea, debe ser expresada en el lenguaje de todos los días, en aquel idioma que uno usa normalmente. Es posible que el Hebreo sea la lengua preferida para la plegaria, pero es difícil para una persona expresarse a sí misma en Hebreo. Más aún, si uno no está acostumbrado a hablar en Hebreo, su corazón no irá detrás de sus palabras.
     Sin embargo, es muy fácil  para una persona expresarse a sí misma en la lengua que usa normalmente. El corazón se encuentra más cerca de tal lenguaje y lo sigue, dado que la persona está más acostumbrada a él.  De modo que cuando uno usa su lengua madre, puede expresar todo lo que hay en su corazón delante del Santo, bendito sea.
     La conversación con el Santo, bendito sea, puede consistir en remordimiento y pesar. Pueden ser plegarias y pedidos para ser dignos de acercarnos a Él y llegar a estar verdaderamente cerca. Cada uno debe hablar con el Santo, bendito sea, de acuerdo a su propio nivel.
    Uno debe acostumbrarse a recluirse en meditación al menos una hora por día. Y el resto del día vivirá con alegría y satisfacción.
    Esta práctica es extremadamente poderosa y potente. Es una práctica extremadamente beneficiosa para acercarse al Santo, bendito sea. Es una práctica general que incluye todo.
      No importa qué es lo que uno sienta que le está faltando en su relación con el Santo, bendito sea, aún así puede hablar con Él y pedirLe que le ayude. Esto es verdad incluso si uno se encuentra absolutamente alejado de toda relación con el Santo, bendito sea.
     Puede haber muchas veces en las que uno sienta que le es imposible decir algo delante del Santo, bendito sea. La boca está como sellada y no se es capaz de encontrar palabra  alguna. Sin embargo, el hecho mismo de que uno ha realizado el esfuerzo y se ha preparado para conversar con el Santo, bendito sea, es en sí mismo algo muy beneficioso. Uno ha tratado y está dispuesto y preparado a conversar con Él, anhelando y esperando hacerlo, pero ahora es incapaz de ello. Esto en sí mismo es también algo muy bueno.
     De hecho es posible llegar a conversar y orar a partir de esto mismo. Uno debe hablarle al Santo, bendito sea, sobre el hecho de encontrarse lejos de Él y de no poder siquiera  decir una palabra. Y pedirLe que le muestre Su misericordia y le permita abrir los labios, de modo que pueda ser capaz de expresarse a sí mismo delante de Él.
     Muchos hombres santos han relatado que sólo fue mediante esta práctica que pudieron lograr los elevados niveles espirituales a los cuales tuvieron acceso. La persona inteligente comprenderá que con esta práctica uno puede alcanzar constantemente niveles cada vez más elevados. Más aún, es una práctica universal que puede ser usada tanto por lo grandes como por los pequeños. Cada individuo puede hacer uso de esta práctica y alcanzar los niveles más altos. Feliz de aquel que la pueda realizar.
    
    Es también algo muy bueno componer plegarias a partir de lecciones de Torá. Así, si uno escucha una lección de Torá de boca de un verdadero hombre santo, debe transformarla entonces en una plegaria. Debe contemplar todo lo que hay en esa lección y orar al Santo, bendito sea, para que le permita ser digno de  poder cumplir con ello. Decirle cuán lejos se encuentra de esa meta y rogarle para que le ayude a alcanzar todo aquello enseñado en esa lección.
     Entonces, si uno tiene inteligencia y un verdadero deseo, el Santo, bendito sea, lo guiará por la senda de la verdad y comprenderá cómo alcanzar su objetivo. Se expresará entonces con hermosas palabras y argumentos de verdad, pidiéndoLe al Santo, bendito sea, que lo acerque a Él.
     Este concepto de conversar con el Santo, bendito sea, se encuentra íntimamente asociado con un nivel espiritual extremadamente elevado. Esto es especialmente verdad cuando uno compone plegarias a partir de las lecciones de Torá. Esto trae como resultado un enorme deleite en lo Alto.
                                                                                   (Likutey Moharán, II 25)

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